1/7/13

EL NIÑO SIN SONRISA

Érase una vez un chico... pongamos que se llamaba... Ninguen, Ninguen era un chico guapo, moreno, con ojos bonitos, delgado, era el chico que cualquier chica hubiera deseado. Pero a ese chico le faltaba algo... había algo en el... o mejor dicho, la ausencia de algo en él que hacía que la gente no quisiera nada con el, (o al menos eso creía Ninguen). Y por eso el chico estaba siempre triste y deprimido.
Sin embargo, un día, mientras iba en el metro, topó con unos ojos verdes... Los ojos de una chica, los vio de refilón, un segundo y después desaparecieron por entre el bullicio de una típica mañana en el metro. Eran unos ojos grandes y verdes, pero esos ojos no pertenecían a nadie.
Aquellos ojos hicieron que el mundo se parara un momento para el, sus ojos se iluminaron y de su boca salió un amago de sonrisa, aquel día alguien le pasó una nota en clase, alguien le pidió un boli y hasta levantó dos veces la mano en clase.
Al dia siguiente, por supuesto, Ninguen no esperaba volver a encontrar aquellos ojos verdes, y eso de alguna manera le hacía sentirse triste, aquel día llovía, y las gotas de agua golpeaban su sudadera la cual guarecía a nuestro amigo y a su mundo en forma de música. Al bajar por las escaleras del metro chocó con una chica pelirroja, era ella, era bajita, de pelo largo, blanquita, pecosa y con la nariz respingona. En el acto Ninguen se paró, se quitó los auriculares y mientras pedía perdón por su torpeza ayudaba a la chica a recoger los papeles que fruto de su torpeza habían acabado esparramados por el suelo, cuando estuvo todo recogido ambos levantaron sus miradas, los ojos de ella lloraban sin lágrimas, los de el reflejaban un mudo llanto, los de el marrones, los de ella verdes, de repente el mundo se paró, todo el mundo se quedó estático, brindándoles a ellos el segundo mas largo de toda su vida para contemplar los ojos del otro. En ese segundo los ojos de ambos comenzaron a descongelarse, dejaron de llorar en un sordo llanto y pasaron a sonreír, ambos sonrieron como nunca lo habían hecho, de repente el mundo volvió a seguir su curso normal y aquel eterno segundo llegó a su fin.
Ninguen volvió a su mundo en forma de música y ella siguió su camino, cuando nuestro amigo metió la mano en el bolsillo de su sudadera en busca de su reproductor de música encontró junto a el un trozo de papel medio arrugado en el que ponía ''Naiden'' y por detrás un número de teléfono. Aquel papelito hizo sonreír de nuevo a Ninguen, por segunda vez aquel día, y el recuerdo de aquellos ojos verdes mantuvieron esa sonrisa todo el día. Al terminar las clases, de camino a casa cogió si móvil y le mandó un sms: ''Creo que te dejaste un papelito esta mañana en mi sudadera'', al poco recibió respuesta: ''oh, lo siento, me gustaría recuperarlo te espero hoy a media tarde en la cafetería frente a la boca de metro'' a lo que el respondió... ''Allí estaré''
Aquel día fue el inicio de una gran amistad, una amistad inquebrantable, una amistad forjada por dos desconocidos que un día se chocaron en el metro. Una amistad que comenzó con un capuccino a media tarde.
Lo que Ninguen no supo hasta pasados 5 años desde el día que la conoció era que ella le había estado buscando desde mucho antes de que él viera por primera vez sus ojos verdes, que ella siempre tuvo ese papel preparado para ese choque, que ella aún sin saber quien era siempre quiso hacerle sonreír.



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